Nadie me toca,
Lo absoluto rueda y gime ,
Ningún polvo se acomoda en mi piel,
Nadie me habita ,
Más que esta fiebre implacable
depradadora de fatigas
que como rafaga,
traspasa mi cuerpo
Y en espiral sublime
cae como tempestad,
Aflorando con ello el desnacer de la espera
En esta soledad sin nombre.
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