viernes, 4 de septiembre de 2009

En homenaje a Julia de Burgos.





¡Oh mi querida Julia, el río y tu!
Tu río grande de Loíza,
Conjugada siempre con tu río
como si fueran amantes,
Que se pierden un día tras otro.

Alargando tu espiritu indomable.
Tu alma se perdió en sus riachuelos
Buscando en el río, quizás
la fuente del amor verdadero .

Cuantas veces sentiste la pasión sin medida
de ese río,
Como si te aunaras con él,
Mientras le demandabas
que se enróscara en tus labios
Y se dejara beber para sentirlo tuyo.

Decías, que la tierra se ha colgado a tus sandalias
Te acercaste al alma de tu amante,
con las manos amarillas de pajaros,
una metáfora de luz ,
esa imagén tan bella como tu alma.

De ti se escaparon horas de voluntad robusta,
Y humildes razones
de sensación dejaron ellas.

Mas tarde,
soltaste a la pureza de un amor sin ropajes,
Fuiste la más callada de todas las que amaron,
Tu ruta era la musica
salvaje de los pájaros.
Caminaste en la brisa de su dolor caido,
Con la tristeza ingenua de saberte en lo cierto
Y de nuevo,
¡ah tu Río Grande de Loiza !
le gritaste,
¡Alargate en su vida , en su espiritu!
Entonces,
Él rio te besó un día despertandote el alma.

Un dia te fuiste a esconder tu dolor
Lejos de aquí , tal vez por verguenza,
A rumiar una pena
que te sumio en la tristeza
Al no cumplir tu amante con sus promesas
de entrega como tu.

Más no tuviste el corage de ser fuerte
y te entregaste a morir,
al no encontrar asideros
en tu vida, a deambular por las calles de New York
en una noche fría, te helaste
de tristezas y allí terminaste con tus penas.
Doris
.

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