sábado, 12 de septiembre de 2009

Ese hombre inventado.








Podría diluirme en el río de la vida
Si volviera a renacer ese hombre de ojos de miel
Y olores a sandalo,
cabellos bañados por las canas añosas,
de sonrisa de niño, labios finos sensuales,
y dientes como perlas .

Sí, Ese hombre inventado,
De manos grandes, poderosas y suaves
Que rozán mi piel y me escandila el alma,
el que por tantas veces,
demando al universo ,
para recrearme en su imagen,
donde preludian los arcos incendiarios,
En el transito de todos mis círculos humedos,

Cuando los costados de la noche se tienden,
donde el roce primigenio más profundo ,
Su incandescencia la pasión destapa.

Es una voz en la memoria , dibujándolo
En los pastos de sinfonias,
En los abismos del alma.

Allí, solo los dos en medio de la noche,
Donde nadie nos toque,
Acompañados de luciernagas.

Fiebre implacable , depradadora de fatigas.
déjame que te vista de tiempo para verte,
Ahora en éste instante,
Que mi cuerpo se lava en tu sonrisa,
Mientras me entrego ciega y sorda,
cuando las almas sean una alianza.
Doris

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