jueves, 26 de noviembre de 2009

desde el último umbral de lo posible




Tu sombra dispersa,
en el dormido pliegue de la sábana
Tu voz tejida de presagios ,
de supersticiones,
De demonios que se anclan,
Profesando fantasías
en rincones inmutables.

Me seducen y me invitan a intimar
sin silencios que arropen el alma.

desnudo, frente a mí
para entregarte
y resucitar viejas ausencias
en este cuerpo añoso
que amenaza quebrarse.


Tus ojos enmarcados de fuego,
como tu cuerpo,
rasgándole la túnica al amor,
esperando a que decida desnudarme.

Sin ruidos ni pretextos,
con caricias escultóricas y besos silenciosos
entretanto tu viril geografía
acariciante en la sombra,
desde el último umbral de lo posible.

Desde el exilio,
frente a un sol de noviembre
intermitente, como rosa incierta
me regalo como un soplo,
hasta el polvo de los huesos,
mientras el aire distraído, ingrávido,
recoge cadencioso esta grieta
que destrona el tiempo de su nombre.

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